Heberto Padilla

Los viejos poetas, los viejos maestros realmente...

Los viejos poetas, los viejos maestros realmente
         duchos en el terror de nuestra época, se han puesto
         todos a morir.
Yo sobrevivo, lo que pudiera calificarse de milagro,
         entre los jóvenes.
Examino los documentos:
        los mapas, la escalada, las rampas de lanzamiento,
        las sombrillas nucleares, la Ley del valor,
        la sucia guerra de Viet Nam.
Yo asisto a los congresos del tercer mundo y firmo
        manifiestos y mi mesa está llena de cartas y
        telegramas y periódicos;
        pero mi secreta y casi desesperante obsesión
        es encontrar a un hombre,
        a un niño,
        a una mujer
        capaces de afrontar este siglo
con la cabeza a salvo, con un juego sin riesgos
o un parto, por lo menos, sin dolor.

De El justo tiempo humano, 1962

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