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Recorrido cotidiano al día.

Tarde
 
El viento, esta tarde,
parece de un año de 1998.
Analís, despreocupada, amarilla;
en su kilometraje, gastada;
ve pasar como siempre la luz en la ventana.
 
Es su kilometraje que busca madurez.
Dante la llama, le dice que hoy fue miércoles,
otra vez:
quiero decir que el muchacho hoy no consiguió trabajo,
ni consiguió paz a la hora de los trenes,
ni consiguió aquella recopilación de cuentos,
de Lugones,
barata;
al mejor precio de su bolsillo.
 
Noche
 
Ya es el momento de las sombras hermanas,
el marasmo es otra de aquellas sombras elementales.
Ella esta muerta detrás de su cara,
él la imita en el espejo...
 
Están, uno del otro, a larga distancia.
Quieren estar (y ser) felices,
exasperados, en éxtasis,
incluso recurren al recuerdo, a la nostalgia...
Pero cómo.
Cómo se pueden narrar los días. Resumirlos.
Obligar a la memoria al olvido selectivo,
al desecho de su misma e intrínseca basura,
al ensalce  de las estéticas cotidianas
que nunca perduran...
 
Mañana
 
Hoy Dante se amanece,
toma un lápiz;
crea, Dios, un ser imperfecto,
su doble de grafito;
Analís besa su reflexiones de hombre confundido.
Hoy de verdad parece un día para decir y decir,
como siempre,
palabras y todo aquello que es,
al final de la vida,
innecesariamente necesario.

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