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Sexo, trenes, arenas y la espera.

Hay arena en mi vaso.
Persigo mil montañas en mi casa.
 
Cometo un acto elemental
antes de concretar
cualquier salida: algo como
beso dado.
 
Un tren viajaba en mis sueños,
pasaba por
aquella torre que no es
Torre de París;
subordinado a las vías y a los demás metales;
un tren viajaba, claro.
 
Ahora me pierdo en el desierto:
soy el uno del dos
de los sexos en sexo continuo;
me gusta llamar a mi amor
puta adjetiva;
 
me pregunto a su lado cuántos
orgasmos pueden concluir en su boca.
 
Imagino, de vez en vez,
insectos invisibles:
¡Salto!
Pero a veces la red es invisible,
la araña está a la vista.
 
Sigo en la estación de frío
esperando, la muchedumbre
actúa, baila: tocan instrumentos y esperan
billetes o boletos: algo me dice que la poesía
es la música del silencio, y el barullo...
 
...nunca quise ser de aquellos pasajeros
sin boleto ni maleta,
armados con la única voluntad
de ver más de lo que sea...

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