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Sonetos

1
 
De amor se hace, y por él mesmo es hecha
la red de amor que a tanta gente prende,
y como la refuerza el que la tiende,
no está ni puede estar rota o deshecha.
 
Hermosura es el arco que Amor flecha,
del cual ninguna fuerza se defiende,
y el gusto humano es quien le da y le vende
de diversos metales tanta flecha.
 
Nace niño, y por horas crece y viene
a ser más que gigante y, siendo ciego,
vuélvese un Argos al tomar la mira
 
y un mostruo tan extraño, que, aunque tiene
en una mano el arco, en otra el fuego,
con mil tiende la red y con mil tira.
 
 
                                       2
 
La red de amor, pues por Amor es hecha,
no es de maravillar si a tantos prende
ni que, pues él la coge y él la tiende,
la guarde sin estar rota o deshecha;
 
ni que, del arco que Amor hace y flecha,
trabaje en vano aquél que se defiende,
ni que se engañe quien le da y le vende,
mirando y deseando, tanta flecha.
 
Es niño y vence, porque él solo viene
a poder lo imposible, tal que ciego
muy cierta, sin mirar, toma la mira,
 
y nos hace sentir que a un tiempo tiene
las manos en el arco y en el fuego,
y prende con la red, y abrasa y tira.
 
 
                                       3
 
La red de amor es invisible y hecha
de suerte que, sin verse, enlaza y prende,
y de valerle tanto al que la tiende
procede el nunca estar rota o deshecha.
 
Deleite forja el arco que Amor flecha,
del cual nuestro valor mal se defiende,
y el flaco natural le da y le vende,
para daño del mundo, tanta flecha.
 
Amor es fuerza indómita, aunque viene
en figura de niño, y aunque es ciego,
sola su voluntad es punto y mira;
 
y así, pudiendo cuanto quiere, tiene
en una mano el arco, en otra el fuego,
cuando tiende la red y cuando tira.
 
 
                                          4
 
Cuando era nuevo el mundo y producía
gentes, como salvajes, indiscretas,
y el cielo dio furor a los poetas
y el canto con que el vulgo los seguía,
 
fingieron dios a Amor, y que tenía
por armas fuego, red, arco y saetas,
porque las fieras gentes no sujetas
se allanasen al trato y compañía;
 
después, viniendo a más razón los hombres,
los que fueron más sabios y constantes
al Amor figuraron niño y ciego,
 
para mostrar que dél y destos hombres
les viene por herencia a los amantes
simpleza, ceguedad, desasosiego.
 
 
                                        5
 
De oliva y verde yedra coronado,
cuando el rayo del sol es más caliente,
vueltos los ojos a una clara fuente,
y al pie de un alto pino recostado,
 
sin acuerdo de sí ni del ganado,
que de pacer dejaba al son que siente,
así soltó la voz süavemente
de amores un pastor apasionado:
 
«Las ondas cesarán del mar profundo,
por altas cumbres subirán los ríos,
sin hoja verde nos vendrá el verano
 
y escuro hará el sol antes el mundo
que, aunque refuerce Amor los males míos,
a Silvia deje de adorar Silvano».
 
 
                                    6
 
Como vemos que un río mansamente,
por do no halla estorbo, sin sonido,
sigue su natural curso seguido
tal, que aun apenas murmurar se siente;
 
pero, si topa algún inconveniente,
rompe con fuerza y pasa con ruïdo
tanto, que de muy lejos es sentido
el alto y gran rumor de la corriente;
 
por sosegado curso semejante
fueron un tiempo mis alegres días,
sin que queja o pasión de mí se oyese;
 
mas como se me puso Amor delante
la gran corriente de las ansias mías,
fue fuerza que en el mundo se sintiese.
 
 
                                          7
 
Pastora en quien mostrar quiso natura,
a la miseria deste bajo suelo,
la más cierta señal del bien del cielo
y un claro sol en la tiniebla escura,
 
si pastoral ingenio a tanta altura
pudiese levantar su corto vuelo,
que cantase Damón cuánto consuelo
es verte y no te ver cuál desventura,
 
desde el un polo al otro se sabría
que no yo solo, mas cualquier que ausente
de tu presencia vive, oh Galatea,
 
debe sentir la mesma pasión mía,
pues sola en ti se halla juntamente
cuanto bien se procura y se desea.
 
 
                                       8
 
Mientras amor con deleitoso engaño
daba color a la esperanza mía,
el seso, lo mejor que él entendía,
declarar procuró mi mal extraño.
 
Pero ya que llegar a ser tamaño
le vio, y que iba creciendo cada día,
dejó la menos necesaria vía
por más considerar el propio daño.
 
Desde allí, va en silencio y noche escura,
con mil acuerdos de mi bien pasado
y del presente mal, paso mi vida,
 
que en tal extremo está de desventura,
que, si hay firmeza en miserable estado,
ni puedo ya subir ni dar caída.
 
 
                                  9
 
Nunca me vi tan solo ni apartado,
que lo pudiese estar de un pensamiento
que me renueva el doloroso cuento
de mi estado presente y del pasado;
 
do Amor, por verme siempre lastimado
con apariencias de contentamiento,
modera su rigor, y luego siento
con esperanza mi temor mezclado.
 
Entran luego los dos en su porfía,
donde en fin el temor vence la prueba
y pierde la esperanza mal fundada.
 
En esto estoy mil veces cada día,
y siempre el mesmo caso me renueva
tristes congojas y, pasión doblada.
 
 
                                      10
 
Vivir, señora, quien os vio, sin veros,
no es por virtud ni fuerza de la vida,
que, en partiendo de vos, fuera perdida,
si el dejaros de ver fuese perderos;
 
mas de tanto valor es el quereros,
que, teniéndoos el alma en sí esculpida,
de su vista y memoria, que no olvida,
ninguna novedad basta a moveros.
 
Así, aunque lejos de vuestra presencia,
vos sola me estaréis siempre presente
y no me faltaréis hora ninguna,
 
sin que puedan tenerme un punto ausente
el áspero desdén, la cruda ausencia,
nueva llaga de amor, tiempo o fortuna.
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