Recuerdo del desgarro
Algunas noches se descubría
conversando con el fantasma
bajo el domo multicolor.
Pensarlo transmutaba la pena
y el hilo de la ausencia
alivianó su peso, sin dolor.
En aquel prado hormonal
hay dos heridas mal curadas,
cansadas de probar sus fallas.
Y bajo el domo, hecho cueva
no piden permiso alguno
por tanta osadía derramada.
El tiempo inclemente
llegó y dijo “Partan.
Dios las cuidará”.
Y aquellas heridas,
escuchadas, comprendidas,
pudieron, por fin, cerrar.
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