Musa de la verdad, mi labio inspira;
tú nunca ceñiste
el marchito laurel de la mentira;
tú que desprecias la imperial diadema
y el regio manto pisas;
tú a quien en vano clama fatigada
la estrecha mente de rastrero vate,
y con rápido vuelo
cruzas en pos de libertad sagrada,
musa de la verdad, baja del cielo.
Tiende el Señor desde el asiento suyo
sobre nuestra nación manto de duelo,
y apartando la vista de este suelo
dice al genio del mal: ¡México es tuyo!
De su caverna el monstruo se abalanza
y se mece en los aires sonriendo,
entusiasmado lanza
de su maldita boca
alaridos de júbilo y venganza,
y las tendidas alas sacudiendo,
la tempestad y el huracán convoca.
De entonces ¡cuánto mal! ¡Cuántos horrores!
¡Cuántas discordias y rencor interno,
y muertes y miserias y furores
sobre nosotros abortó el infierno! ...
O ya de sangre el pabellón de guerra
por el viento agitado nos salpica,
o ya su curso en la infecunda tierra
un reguero de sangre nos indica.
¿Qué es de la ciencia en tanto? ...
En sus meditaciones
embebecido el sabio, en su retiro
es súbito turbado
por el ronco rugir de los cañones,
y de su estudio al proseguir el giro
su lámpara sofoca
de la miseria el brazo descarnado.
Newton, Bacon, Descartes, Galileo
¿quién vuestra voz escucha
cuando está henchido el corazón de llanto,
cuando ausente el reposo
el alma en la inquietud lánguida lucha?
Sacrosanta poesía
¿quién prestará atención a tu armonía,
cuando de Homero la sonora trompa
no despertara nuestra mente fría? ...
Colón sublime, si a la mar que un día
por vez primera te arrojaste ardiente,
nuestro orgullo insolente
un navío lanzara,
contra las rocas duras de la costa
esa mar indignada lo estrellara.
¡Colón! ¡Colón! Permite que mi labio
tribute a tu virtud recuerdo tierno
y que henchido de cólera maldiga
de un hipócrita rey la negra saña.
¡Colón! alzaste monumento eterno
para tu gloria y mengua de la España.
Tú a países no de antes conocidos,
como arcángel de luz entre tinieblas
cercado apareciste
de una caterva infame de bandidos.
Tú, con robusto brazo
sometiste a tu ley el mar profundo ...
¡La base de tu estatua es medio mundo,
tu estatua el Chimborazo!
¡Lateranos, seguid! México espera
en su naciente juventud su gloria,
no engañéis su esperanza lisonjera,
trabajad el laurel de su victoria.
Que de este mar de crimen y miseria
pasarán de ola en ola conducidos
algunos nombres al futuro tiempo,
no envueltos en el velo de la infamia
ni en sangre enrojecidos.
¡Y en tanto que yo vea
la estrella de mi patria en manso giro
y que ya las desgracias no la oprimen,
que cada acento de mi lira sea
por la triste virtud hondo suspiro
y anatema de muerte para el crimen!