Todos tenemos un amigo imaginario, Que se suicida cuando maduramos, Alza la bandera desde su trinchera… Cierra los ojos por vez primera. Se encierra en su mundo de papel,
Ya sabes que no busco, La perfecta posición, En que pueda darte, Un poco más de lo mejor. Tampoco hablarte con pasión,
Ensayé de mala manera, Los últimos versos, De mis centellas, Noches en vela. Leyendo haciendo novela,
Gritos de pasión y suerte, Estímulos valientes, Dulce sensación, El viento sobre las redes. Muestra sus dientes
La ciudad sangra en prejuicios, Alteran la acera con fortuitos, Poses de circo. Grandes faenas, Un sorbo al consumismo,
“¿A que sabe?” A que sabe el dolor, De una nota de despedida, Decorada con alcohol, Un tahúr homicida.
Cuando uno cae, A la tempestad. Te absorbes en tu sangre, Ruborizas el enjambre, Te esparces.
Se importunaba al esperarla, Vestido de negro, Al pie de un florero, De la colonia centro. Eran días de prisa,
Yo no escribo para ganar premios, No lo hago y se nota, No me subo a ser compatriota, Del talento único. No persisto en un mundo,
Desprendió un poco de su madera, Atizó el borde con agua fría, Magreo la pieza de la rutina, Congelando la risa proscrita. Atrapó el calor de una despedida,
Hay besos que conquistan montañas. Hay besos para las tres de la maña… Para despertar entre las pestañas, De una noche de placer postergada. Hay besos románticos de bienvenida…
No lo puedo evitar, Soñar con la verdad, De la improbable manera, De apartar las metas. Y dejar lo individual,
Combustión espontanea, Cuando en la mañana, Evitas el número ganador, De la lotería instantánea. La enfermedad nace del alma,
Soñé que estabas, Presente, impaciente, Rebelde. Sin memoria, Elocuente,
Chago se levanta temprano, Se asea, toma un baño, Almuerza algo rápido, Suspira un café amargo. Chago soporta el letargo,