Dime que he vivido,
dime que el tiempo no ha pasado en vano,
que la lluvia no ha caído por mi piel
sin que la haya sentido,
y que he tomado
tanto como he podido
de este sueño, de tus labios,
de los brazos de mi madre,
del canto del pardal a las 6 de la tarde,
de las charlas con aquellos pocos
pero buenos amigos,
o de los niños
que son tan sabios.
Dime que he llorado cuando he debido
y que me he sabido levantar,
o que he aprendido
de los días grises,
de los días malos.
Dime que has sentido
cuánto te he amado
padre, hermano, amiga mía, mujer,
dime que he soñado, reído y abrazado
y que he escuchado y sentido pero también,
que he herido tanto menos
de lo que he podido.