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El soldado sin espada

Ahí estaba él, tan impasible como siempre, cigarrillo en mano y mirada en la distancia...

El bullicio de la ciudad no le distraía de su pensamiento, era tan profundo, tan arraigado en su mente que no daba paso a nada más.

Luchas y victorias inundaban su mente formando las escenas más hermosas y épicas que pudiesen existir, pero ello solo existían ahí, en el mundo de las ideas. Nunca fue capaz de hacerlo realidad, sus complejos y su cobardía eran su más grande limitante.

¿Cuán cobarde debe ser un hombre para no luchar ni contra sí mismo y solo anhelar la muerte?
Él solo quería morir de una vez por todas, perderse de todos y dejar de existir en el silencio de la noche, donde nadie le llorase, donde nadie le extrañase.

Día con día esperaba con ansia la muerte, el liberarse de todo aquello que en este mundo le agobiaba,– ¡Que suerte!– pensaba, al ver su cigarrillo consumirse calada a calada.

Alguna vez creyó en el Cielo y la recompensa de una vida justa. Le aterraba la idea del infierno, donde se ardía eternamente sin consumirse, pero  ahora, nada importa, solo quería la muerte.
¿Suicidarse? No lo creo, siempre fue un cobarde, nunca luchó de verdad, era solo la máscara de quien decía ser un soldado pero por dentro era un marica huyendo.

De gestos disciplinarios estaba lleno, pero sin una sola gota de lealtad, era fiel como perro pero nunca leal como camarada.

Y así seguirán transcurriendo sus días, cigarrillo en mano y mirada a la distancia.

Del personal "De algunos cuentos y otras aberraciones" JG

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