¡Qué vengas carajo!
Que el día está lluvioso y en mi cama queda un lugar para ti.
Que los pies se me congelan y mi frazada grita desesperadamente que me hagas compañía.
¡Ven ya! Ven por favor, que aunque tenga los pies fríos el corazón arde, se inflama y estalla como erupción del Vesubio.
La cafetera espera, mis brazos esperan, tu lugar a mi lado espera… pero yo ya no quiero esperar.
Caro amor mío, ¿qué te detiene? ¿Qué tan grande es el árbol que obstruye tu camino?