En este mismo instante hay un hombre que sufre, un hombre torturado tan sólo por amar la libertad. Ignoro
En lugares perdidos contra toda esperanza te buscaba. En ciudades sin nombre por rincones de ayer
Pasada la hora de las ignominias los viejos apagaron con tierra las… las mujeres y niños recogieron las… los hombres empuñaron el fusil. La ruta del desierto fue muy dura:
Pared contra pared la soledad más fea y amarilla te encerró te apartó de todo lo que amabas o era tuyo y con pasos de zorra se metió en el reloj y empezó a trastocar todas las horas par...
Contemplar las palabras sobre el papel escritas, medirlas, sopesar su cuerpo en el conjunto del poema, y después,
Algunas veces llego presuroso, rodeo tus rodillas, toco tu pelo. ¡Ay Dios, quisiera decirte tantas cosas!
Llegan apresurados y nunca dicen p… ni de dónde proceden y enseguida te piden dos mil franc… que casi siempre te han de devolve… o te quitan la toalla sin respeto
Noche de los amantes: la seducen los momentos que vive. Ahora se mi… acaricia su cuerpo muy despacio mientras piensa por Dios que aún e… Noche de los amantes; él se acerca…
Digo: comience el sendero a serpea… delante de la casa. Vuelva el día vivido a transportarme lejano entre los chopos. Allí te esperaré.
Miedo a perderse ambos vivir uno sin otro: miedo a estar alejados en el viento en la niebla en los pasos del día
Dónde tú no estuvieras, como en este recinto, cercada por… en cualquier paradero, conocido o… leería tu nombre. Aquí, cuando empezaste a vivir par…
Alguna noche –las fogatas eran de dolor o de júbilo– la casa te veía desertar. Te abrías a una vida distinta, a un mundo
Como la piel de un fruto, suave a la amenaza de los dientes, iluminada, alegre casi, ibas camino de la muerte. La vida estaba en todas partes:
El alba. Se oyen los pájaros como perdidos en la niebla; el silencio sube sus cantos a la penumbra de la estancia. El percibe un temblor muy tenue
Es fruto agraz al paladar y sedoso para los labios que han conocido su contorno y percibieron la afluencia. Ella jugaba aquella noche