Debo morir. Y sin embargo, nada muere, porque nada tiene fe suficiente para poder morir. No muere el día,

Tu cuerpo puede llenar mi vida, como puede tu risa volar el muro opaco de la tristeza… Una sola palabra tuya quiebra

Se fue en el viento, volvió en el aire. Le abrí en mi casa la puerta grande. Se fue en el viento.

Hay una leve luz caída entre las hojas de la tarde. Dame tu mano y cruza de puntillas conmigo

Soledad, sí pero tú nunca. Ausencia, pero tú nunca: inmóvil luz sin término

Por una espesa y honda avenida de árboles que unen en lo alto su copa y pesadumbre el sueño avanza. Abre sus grandes alas,

El cántaro que tiene la suprema realidad de la forma, creado de la tierra para que el ojo pueda contemplar la frescura.

Estabas desleída en la dulzura de los secretos jugos de tu cuerpo y te llevaba el agua como a una larga cabellera verde engendrada en los limas

Cima del canto. El ruiseñor y tú ya sois lo mismo.

El hombre despojóse de sí mismo, también del cinturón, del brazo iz… de su propia estatura. Resbaló la mujer sus largas medias… largas como los ríos o el cansanci…

Luego del despertar y mientras aún estabas en las lindes del día yo escribía palabras sobre todo tu cuerpo.

Estaba la mujer con sus dos senos, su única cabeza giratoria, la longitud de su sonrisa, el aire de estar y de alejarse sabiamente… Estaba rodeada de sí misma,

Y ahora danos una muerte honorable, vieja madre prostituida, Musa.