#Españoles #Epigrama (Ms 3804 BNE)
El texto en amarillo se omite en el manuscrito, aunque aparece en la ediciones impresas. Las palabras en azul son las divergencias entre el manuscrito 3.804 y la edición impresa (seguim...
Cuando Laso murió, las nueve herm… lloraron con tristísimo gemido: destemplaron sus liras soberanas, que sólo daban fúnebre sonido: Gimieron más las musas castellanas…
El texto en amarillo se omite en el manuscrito, aunque aparece en la ediciones impresas. Las palabras en azul son las divergencias entre el manuscrito 6.131 de la BNE y la edición impre...
¿Quién es aquél que baja por aquella colina, la botella en la mano, en el rostro la risa, de pámpanos y hiedra
Si el cielo está sin luces el campo está sin flores los pájaros no cantan los arroyos no corren no saltan los corderos
Venus alegre y mocita Vulcano viejo y celoso Marte amigo del esposo... ¡Ay que boda tan bonita!
¡Ninfas de Manzanares, felices y adorables semidiosas! Oíd de mis pesares los ayes y las quejas lastimosas. Tantas aguas no lleva vuestro río
Llegose a mí con el semblante adus… con estirada ceja y cuello erguido (capaz de dar un peligroso susto al tierno pecho del rapaz Cupido), un animal de los que llaman sabios…
En lúgubres cipreses he visto convertidos los pámpanos de Baco y de Venus los mirtos; cual ronca voz del cuervo
Si mis ásperos metros yo te envío con dulces versos del divino Laso, no juzgues que el orgullo necio mí… me finja que le iguale en el Parna… Lo hago porque juntas quiero darte
Todo lo muda el tiempo, Filis mía… todo cede al rigor de sus guadañas… ya transforma los valles en montañ… ya pone un campo donde un mar habí… El muda en noche opaca el claro dí…
En la cabeza le dio Un palo Juan a Ginés ¿Y rompióselo? Al revés. El palo se le rompió. Ginés era aragonés.
El semidiós que alzándose a la cum… del alto Olimpo, prueba la ambrosí… entre la muchedumbre de dioses en la mesa del Tonante, y en copa de diamante
Mientras vivió la dulce prenda mía… Amor, sonoros versos me inspiraste… obedecí la ley que me dictaste, y sus fuerzas me dio la poesía. Mas ¡ay! que desde aquel aciago dí…