Esta muchacha y su hermosura antig… y su ademán de enamorada calle que va con las ventanas de sus ojo… hacia los arcos del amor triunfant… ¿de qué lugar del suelo se ha esca…

Gracias, Señor, porque estás todavía en mi palabra; porque debajo de todos mis puentes pasan tus aguas. Piedra te doy, labios duros,

Mujer, quiero ya huir, quiero sent… tan distinta, distante, adivinada, que el tacto sea ajeno a la llegad… y aun el sueño incapaz para fingir… Tan lejos que no pueda orarte, her…

Ir y venir de todas las memorias que el alma, olvidadiza, desenreda… verse hombre solo, antiguo y solo,… ver que todos los tiempos están ce… De un golpe, como hermosos corazon…

Para las altas cumbres, alta vida. Alta de amor. Voz alta. Alto send… —sierpe de fe y de luz—. Albor pri… para las altas nubes de tu huida. Alta de brisas altas. Confundida

Arrojado a tu luz madrugadora, me muero niño y soy todo un deseo de varón en continuo jubileo hacia tu corazón de ruiseñora. De trino escalador junto a la auro…

Te han nacido los ojos con pregunt… y sin cesar me asedias preguntando… Y yo sin contestar... Hija, ¿hast… mudos tú y yo: dos ignorancias jun… ¿Hasta cuándo en silencio irán las…

Qué esfuerzos por ser hombre, qué… por hacer este torpe varón que, ap… se vio imperfecto y débil, por la… y herido a cada paso del camino em… ¿Por qué siguió?, decidme. ¿Por q…

Perlora, en la distancia, recordar… es dar al sueño una verdad lejana; es como oír de nuevo la campana de aquel mar que florece al golpea… Qué fábula, qué magia pudo darte

Golpeo ahora —y nadie dentro— con los nudillos hasta hacerme sangre —y nadie dentro—

Hoy he tomado el barro de la palab… su piel ya me conoce; poco a poco,… por mi caricia, vibra, responde a… de la costumbre. Toco. Me adueño… Penetro en la palabra. Las orilla…

Se oye levísima la voz del viento. Suena entre los árbole… quizá como nunca sonó. (La noche nace como un río de las manos mismas de Dios.)

Porque te hice de la nada, de la sorpresa y el deseo, de la carne de las palabras y con la forma de los sueños, y porque sólo una mirada,

Vuelvo a mi casa, más alta que la tuya, Luisa Esteban, pero sin una ventana que dé al atrio de la iglesia. —¡Adiós, adiós—

Ese dedo de Dios, eternamente acercándose al hombre –y no lo toc… ese soplo encendido de su boca que da sentido a un torso y a una… ese ser poderoso y derribado