Jose Gómez Mira

Final de etapa

Puede ser
que nos volvamos a encontrar
en un rincón de los tiempos,
con una pesadez mineral
naciéndonos con fuerza en los talones,
y con la raíz de lo olvidado
desbrozada en un hoyo
a la par y a la ventura de las lindes.
 
Ojalá
que en un epicentro abandonado
eso suceda,
dorando con mesura nuevas imágenes,
que así regrese el temblor de vida
con la vibración del abrazo
en nuestros brazos sin fronteras,
que con el  primer suspiro,
parido tras la sombra de las cumbres,
escalemos la luz,
prestos a decirle adiós
a la Luna menguante.
 
Escuchemos pues
la respiración de un árbol
acercando nuestro oído a su corteza
y, cuando la abracemos,
las nieblas identificarán en su humedad
el alimento para el cuerpo y el espíritu,
sentémonos, y en la mirada
hacia las piedras bienamadas
determinaremos el pálpito del Mundo
con el cálculo de la latitud de su reflejo.
 
Desde la orilla de su laguna madre
las ranas croarán
el infinito en sus historias,
hablarán con su idioma de Universo,
y también el musgo,
conversador ágil y alegre de las lindes,
nos contará cómo hará resucitar
la inmensidad del abanico verde.
 
Cuando escarbemos un poco,
solo un poco más,
aflorarán las venas y raíces
de este Planeta
donde hemos sido viajeros tormentosos
atados a la sombra de los fósiles.

Piaciuto o affrontato da...



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