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El trovador

I.

 
De un elevado castillo
que Arlanza orgulloso baña,
un trovador elegante
en la puente se paraba.
En el rastrillo golpea
con el pomo de una daga,
y en los góticos salones
ronco el eco se propaga.
Un joven doncel, del fuerte
presentóse en la muralla,
y con semblante halagüeño
dijo en alta voz: «¿Quién llama?»
El Trovador que le ha oído
dirigióle aquesta fabla:
—«Si llegado es en buen hora,
un pacífico infanzón,
que envía a vuestra señora
don Rodrigo de Aragón».
Se alzó a este tiempo el rastrillo,
y en el patio tuvo entrada;
un paje tomó el corcel
por las riendas plateadas,
y el gallardo trovador
por los salones se entraba.
 

II.

 
Confuso ruido se oía
en la sala principal,
y el extranjero
hacia allí se dirigía
en continente marcial
muy altanero.
Hallóla toda ocupada
de galanes y de bellas
en gran festín;
doña Blanca de Moncada
se ve la primera entre ellas,
como la rosa
más orgullosa
en un jardín.
El día feliz memora
en que luz primera vió;
y a su lado
por eso, gentil señora,
tanta dama encantadora,
tanto héroe celebrado
hoy reunió.
 

III.

 
Entró do estaba el convite
gentil el recién venido;
hizo gracia
con el morado sombrero,
y atrevido
en denodado ademán
a doña Blanca se fué;
y después de haber pedido
su venia, ante ella galán
quedó en pie.
La dama se la otorgó
y así el trovador habló:
 

IV.

 
«Don Enrique mi señor,
el cuarto Enrique que es,
me manda donde me ves,
a mí, que soy trovador,
trovador aragonés.
 
Diz que hoy es vuestro natal,
y este monarca del mundo
quiere honrarlo como tal,
que el cuarto Enrique así val
como val Juan el segundo.
 
Y una trova te regala
que trova de amores es
y ninguna se la iguala;
por eso vine de gala,
trovador aragonés.»
 
—«Yo a tu señor agradezco,
—doña Blanca respondió—
de un amor que no merezco
esta prueba que me dió.
Y a estas damas placerá
y galanes que aquí ves
trova de amores
que cantará
trovador aragonés.»
 

V.

 
TROVA
 
Un día risueño
prepara la aurora.
¡Feliz la señora
del alto Muñón!
¡Oh, cuántas personas
se ven a su lado!
¡Cuánto señalado
valiente infanzón!
 
Un buho funesto
que cerca habitaba,
lejano graznaba.
¡Se le vido huir!
La blanca paloma
ocupa su nido;
su amante gemido
se acaba de oír.
 
Porque hoy es el día
de Blanca fermosa,
la más bella rosa
que tiene el jardín.
¡Trovas y alegría,
y largo festín!
Que nasce fermosa
la más bella rosa
que tiene el jardín.
 

VI.

 
Su dulce voz expiró,
y sus ecos repitieron
las bóvedas de Muñó.
 
Y en vano le pidieron
quedase en el castillo.
No pueden los caballeros
ni las damas alcanzallo,
que ha perdido su caballo
y mandó
que le alzaran el rastrillo;
dispidióse muy cortés
y díjoles al partir:
«Quedárame hasta mañana
y fuera de buena gana;
mas de Enrique mi señor
otra la voluntad es,
y yo soy su trovador,
trovador y aragonés.»
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