en el mar que de marejadas pasaba por el cielo
la luz tiembla en su rostro de quimera;
nos encontramos siempre en el encuentro fortuito
de encontrarnos de mil maneras, en todas
las posiciones queribles; eso éramos,
que desaparecíamos caminando de mil formas,
siempre revueltos, en la trinidad que somos, fuimos, y seremos.
nos mirábamos en el altar de una extraña vislumbre,
¿por que, no, ser dueños y esclavos al mismo tiempo?,
¿Cómo no serlo?, si siempre estábamos, siempre andábamos,
y siempre nos encontrábamos para hacernos y deshacernos.
en el viento era cosa de que nos poníamos sentimentales,
en suelo era cosa de que dudábamos de mil formas;
a veces también nos asíamos en el querer
y nos terminábamos amando.
