De mi vida misteriosa, Tétrica y desencantada, Oirás contar una cosa Que te deje el alma helada. Tu faz de color de rosa

Yo sé que nunca llegaré a la cima Donde abraza el artista a la Quim… Que dotó de hermosura duradera En la tela, en el mármol o en la r… Yo sé que el soplo extraño que me…

Árbol de mi pensamiento Lanza tus hojas al viento Del olvido, Que, al volver las primaveras, Harán en ti las quimeras

Noble y altivo, generoso y bueno Apareciste en tu nativa tierra, Como sobre la nieve de alta sierra De claro día el resplandor sereno. Torpe ambición emponzoñó tu seno

Noemí, la pálida pecadora De los cabellos color de aurora Y las pupilas de verde mar, Entre cojines de raso lila, Con el espíritu de Dalila,

Yo soy como una choza solitaria Que el viento huracanado desmorona Y en cuyas piedras húmedas entona Hosco búho su endecha funeraria. Por fuera sólo es urna cineraria

Tendido en la bañera de alabastro Donde serpea el purpurino rastro De la sangre que corre de sus vena… Yace Petronio, el bardo decadente… Mostrando coronada la ancha frente

Monstruo de piedra, elévase el cas… Rodeado de coposos limoneros, Que sombrean los húmedos senderos Donde crece aromático el tomillo. Alzadas las cadenas del rastrillo

Tengo el impuro amor de las ciudad… Y a este sol que ilumina las edade… Prefiero yo del gas las claridades… A mis sentidos lánguidos arroba, Más que el olor de un bosque de ca…

En el verde jardín del monasterio, Donde los nardos crecen con las li… Pasea la novicia sus pupilas Como princesa por su vasto imperio… Deleitan su sagrado cautiverio

Nací en Cuba. El sendero de la vi… Firme atravieso, con ligero paso. Sin que encorve mi espalda vigoros… La carga abrumadora de los años. Al pasar por las verdes alamedas,

Tez morena encendida por la navaja… Pecho alzado de eunuco, talle que… Verde faja de seda, bajo chaqueta Fulgurante de oro cual rica alhaja… Como víbora negra que un muro baja

Suspiro por las regiones Donde vuelan los alciones Sobre el mar, Y el soplo helado del viento Parece en su movimiento

Madre, los muertos oyen mejor: ¡sonoridad celeste hay en su caja! A tí pues este libro de intimidad, de amor, de angustia y de misterio… murmurado en voz baja...