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Salomé

En el palacio hebreo, donde el suave
Humo fragante por el sol deshecho,
Sube a perderse en el calado techo
O se dilata en la anchurosa nave,
 
Está el Tetrarca de mirada grave,
Barba canosa y extenuado pecho,
Sobre el trono, hierático y derecho,
Como dormido por canciones de ave.
 
Delante de él, con veste de brocado
Estrellada de ardiente pedrería,
Al dulce son del bandolín sonoro,
 
Salomé baila y, en la diestra alzado,
Muestra siempre, radiante de alegría,
Un loto blanco de pistilos de oro.

#EscritoresCubanos (1892) Mi Nieve ideal museo

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