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A mi hijo, León Julio

¿Ves ese roble que abatir no pudo
ayer el huracán que asoló el monte
y que finge en el monte un alto y rudo
centinela que mira el horizonte?
 
El rayo apenas lo agrietó; sereno
sobre su vieja alfombra de hojarasca
se yergue aún como retando al trueno
que la furia azuzó de la borrasca.
 
Se tú como ese roble: que la herida
que abra en tu pecho el dardo de la suerte
sin causarte escozor sane enseguida.
 
Labora y triunfa como sano y fuerte
para que el lauro que te da la vida
flote sobre el remanso de la muerte.
Preferido o celebrado por...
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