Fragilidad
Toda mi vida naufraga
hasta la orilla de tu palabra.
Escuchando las voces
que transcurren en el rio del tiempo,
en su mistica borrosa,
en su profundidad temblorosa.
Toda mi vida es fruto de tu abandono,
el único sol penetrante
donde las heridas se regocijan.
La muerte canta un silencio vivo
y las flores del poema se abren
ante la marginada boca del odio.
Noche ciega de luz
ciega de amor
en nuestro peso de ausencia,
en nuestra ceremonia de deseos tenues.
Jardín que fuiste para mi,
el tesoro perfecto
de la más pura inocencia,
por no poder darte más
que los bordes azules del amor.
Hablás sin voz en esta hora muerta,
en esta dulce noche del terror
en la que buscás el poema angelical,
la silenciosa carta escrita con sangre de flores, sacrificio de las palabras
del vampiro enamorado,
vanalidad consagrada
en la pureza oscura del amor.
Pasos de los que da el viento,
suavidad suspendida
entre los relojes del demonio,
aún nos miran y nos abren
en su mirada de nunca jamás,
tu forma de emitir sonidos
en la jaula de los deseos,
tu forma de recibir a las almas en penumbra,
música rota de la que oye la muerte,
licor nocturno de la juventud
desolada de la que bebe,
cigarros de antiguos amores
perdidos de los que fuma.
Dado que eres el único lugar de mi vida,
la única urgencia posible entre tanta maleza.
Pero así tu fe iluminada
en los faros de la ausencia,
me diste el sabor de la fuga mortal,
el color atroz de una figura incompleta.
Todo tu lenguaje me desfigura,
y me suicido en vos,
toda la noche la inocencia
se suicida entre los dos.
Vos también quisieras reconocer los pájaros de tu alma que vagan en la niebla y el caos.
Yo también quisiera rendirme y amanecer transformado en pájaro,
pero esta palabra me busca para desplumarme y alumbrarme en el reino de la soledad,
en la tempestad del yo no reconocido.
Noche de memoria muerta,
de vino apasionado
noche de inocencia despedazada,
de multitud animal
profundidad amada,
del amor en espiral
energia misteriosa,
del lenguaje de la ceniza.
