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El mundo los engendro

El silencio rompe los moldes del llanto
en los cementerios los enterradores tienen arduo trabajo.
No hay espiga de buen pan que crezca
sin que la cizaña florezca y goce de la caricia del sol.

Ahora que el dinero arropa a los poderosos
pero los desnuda ante un insignificante virus
los vemos de la estatura y la dimensión
que el mundo los engendro, no mas que nadie.
 
No mas altos o mas bajos que nadie,
no mas rubicundos o negros; cenizos
o amarillos, cobrizos, de color o sin color.
Simplemente piel con matices de sol y lluvia.
 
Los títulos mobiliarios de sus nombres
parecen rocambolescos trabalenguas.
Son unos insignificantes desconocidos,
urdidos al igual que los comunes mortales de
la divina protección y misericordia del Poderoso.
 
Enchufados a las máquinas que le dan respiro,
su angustia por un miligramo de aire puro
desvela la carencia de un mundo pobre en humanidad,
pero rico en violencia que drena dolor a sus súbditos.
 
El silencio rompe los moldes del llanto
en los cementerios los enterradores tienen arduo trabajo.
No hay espiga de buen pan que crezca
sin que la cizaña florezca y goce de la caricia del sol.
 
Se esquivan las miradas para alcahuetear a la muerte
Un abrazo fuerte transmite gigabit de esperanzas.
El entorno hostil crece como el musgo
pintando de verde violencia al mundo.
 
Las mujeres niñas, violadas en camas duras y blandas
reclaman mas que su himen, reclaman ser ellas.
Que les devuelvan la sonrisa y la alegría; que las dejen
de acosar y torturar por el solo hecho de ser mujeres.
 
La deshumanización pasa por el asombro
de haber dejado de pensar y creer
que la inteligencia artificial nos devolverá el alma
que seremos mas humanos después de robotizar el amor.
 
Hay un cielo preñado de nubes rojizas
de la exudación de la sangre de los inocentes.
El mañana se nos escapa entre los dedos
y quedamos colgados en el tiempo
buscando la bifurcación de lo divino y maldito.

Piaciuto o affrontato da...
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