LO QUE QUEDA
¿Qué es lo que queda de uno?
después de una existencia disgregada
en sueños fallidos y amores perdidos
en caminos que se bifurcan hasta el infinito.
Acaso un poco de piel en los muros de los huesos
que se volverán polvo, minúsculas perlas
de barro.
La sal del llanto y ese rictus de larga tristeza
con la que nacemos y luego dibujamos sonrisas.
Si, ese mismo elemento sutil que aparece
en tu primer encuentro cara a cara con la que te trae al mundo.
No importa si te sacaron de la cavidad de su vientre
o si llegaste por el túnel de su vagina, ensayaras una sonrisa,
a renglón seguido del escándalo o del silencio de tu llanto.
Por los mismos juicios de la historia
de hace cinco mil años te juzgarán ahora y mañana.
Volverán a sacarte las entrañas y voltearán
tu estómago hasta revolverlo y provocar tu vómito.
Te guindaran de las muñecas y echaran suertes
por los caninos de tus dientes. No importa
si te has cristianizado o eres uno de los filisteos,
para ser huésped de la mazmorra no necesitas identidad.
Entonces miras tus manos y sigues la huella del tiempo
cada arruga cuenta una historia diferente
las mil y una noche de tu larga aventura por el pedregoso mundo
son la filigrana del hombre que fuiste moldeando para el ayer.
El presente es solo la sombra talmúdica
de los libros de historia de arena que escribieron los antiguos.
Allí reposan los sueños en largas columnas
donde antes se erigieron palacios y fortalezas.
La sal de mi boca ha madurado
antes de pronunciar palabras y
gozar con cada uno de los sonidos.
He degustado y sentido el palpito de las letras
anidando frases en un sinfín de dialectos.
¿Qué es lo que queda de uno?
Si no la palabra echa verbo,
porque solo la palabra es Verbo, dice el santo.
