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El Perdido

Desde las nubes pesadas cae la lluvia, sus gotas mojando al suelo y oscureciendo las rocas con su luto. Ni un rastro de la luz del sol se puede ver tras las lágrimas del cielo ciego. Cada rincón de la tierra grita, rogando reposo. El trueno se estalla, quebrantando las tinieblas cada vez con su luz fugaz—y así también huye la esperanza del Perdido. Sus lágrimas caen al suelo, sus ojos ahogados y agotados por tanto llorar y buscar en el mundo vacío. La tormenta de su interior aún no se apaga a pesar de tanto intentar. La promesa de aquella esperanza lo traicionó con su rastro de luz fugaz, una mentira. Cayéndose, hundiéndose en el mar de sus lágrimas, el Perdido está. Pero como un rayo penetrando las nubes y más real que el sol que rompe la oscuridad, llega el Rescatador. Como una roca firme es, y con sus alas protege al Perdido, ahora Hallado.

(2011)

La tormenta descrita en este poema simboliza la tristeza y la pesadez que una persona experimenta en su interior al encontrarse sola y sin esperanza. Tal como la lluvia es símbolo del llanto, así también el que llega al final es más de un símbolo--el Rescatador es Dios, o más bien Jesucristo que rescata a las personas perdidas.

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