Me pregunto cuántas veces soñé sin soñar, cuántas veces le pedí a alguien, a algo que esta vida tuviera un sabor dulce. Me pregunto qué me trajo a este lugar, a querer quedarme, yo, que siempre huí, yo, que me escondí en la soledad de las palabras que no fueron dichas, en las manos que no enlace con las mías.
Me encuentro, y reniego por no haberme permitido antes este sorbo de felicidad, y sabe a miel, su cuerpo sabe a miel; sus párpados son bugambilias de todos los colores, y estoy fascinada.