Tú coronas mis quince lustros con el cíngulo de tus brazos, con el cíngulo de tus muslos, con el perfume de tus labios, con el éxtasis de tu júbilo

Tímida, la palabra de tus labios caía, y en mi pálida frente dolorosa y macabra, toda melancolía

De antaño llega el son a mis oídos… si esa cántiga –un día– la supieran decir mis labios trému… De antaño llega el son a mis oídos… sobria canción ligera

Tengo una sed de vinos capitosos —venusino furor, pugnas salaces, ojos enloquecidos por el éxtasis, bocas ebrias, frenéticos enlaces—. Tú, Dinarzada, tú, fogosa mía,

La luna blanca... y el frío... y el dulce corazón mío tan lejano... tan lejano... ¡tanto distante su mano...! La luna blanca, y el frío

Tiro los dados en el azul tapete d… para jugar el albur supremo! Juego mi vida! La llevo perdida sin remedio...!

Oh gracia de tu rítmico cuerpo goz… Oh misterio inasible de tus ojos s… (Me persiguió tu hechizo por iluso… países encantados que holló mi fan… Oh gracia de tu cuerpo que ritmó l…

Dícela “El Ebrio” Aquesto dixo “El Ebrio”, una vega… Aquesto dixo con su voz cansada. Aquesto dixo por la madrugada. Yo dello non sé nada.

Pues si el amor huyó, pues si el a… dejemos al amor y vamos con la pen… y abracemos la vida con ansiedad s… y lloremos un poco por lo que tant… Pues si el amor huyó, pues si el a…

Riela en mi alma tu recuerdo como la luna sobre el mar... En el silencio de mis noches oigo tu voz aletear, tu voz que me dice muy paso

Fazañas imposibles obré con esta d… al favor de la noche y en trágicos… una vez que fui “pícaro”... Recuerdo —como en turbios sonambulismos donde una luz naufra…

Tú fuiste mía, ardiente Dinarzada… todo tu ser se le entregó a mi rue… todo tu ser se le rindió a mi Nada… todo tu fuego se fundió en mi fueg… Tú fuiste mía, ardiente Dinarzada…

“Esta rosa fue testigo” de ése, que si amor no fue; ninguno otro amor sería. ¡Esta rosa fue testigo de cuando te diste mía¡El día, ya…

Esta mujer es una urna llena de místico perfume, como Annabel, como Ulalume... Esta mujer es una urna. Y para mi alma taciturna

Quise una vez y para siempre —yo la quería desde antaño— a ésa mujer, en cuyos ojos bebí mi júbilo y mi daño... Quise una vez –nunca así quise