El suicida se alegra del vacío.
—Ya cayó (lo dice
el ojo del transeúnte).
—Tú, ¿quién eres tú?
¿de dónde vienes?
Tiene esposa, hijos, poco sueño
y una herida profunda...
Entre estertores
salta
el
hombre
y reclama sus derechos
ante el otro—como siempre—
que lo salva.