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CUENTO DE LOS DOS QUIJOTES

Cuento en verso. Literatura infantil y juvenil de la isla de Santo Domingo e Iberoamérica.
A mis distinguidos amigos César Sánchez Beras y Lucía Amelia Cabral.

 
                           UNO
 
 
 
 
Don Quijote a veces
sale de los libros
por tomar el aire
claro del camino.
 
Caballero andante,
valeroso, digno,
que embistió gigantes...
brazos de molino.
 
 
Siglos lleva ya,
siglos, lleva siglos
entre editoriales,
entre linotipos,
entre letra y letra,
entre signo y signo,
entre las solapas
de los pergaminos.
 
 
Siempre que el Quijote
sale de los libros
va buscando un aire
limpio,
                limpio,
                               limpio...
 
 
 
 
                [Una voz:]
 
¡Salve, varón justiciero!
 
¡Se armó caballero
en un cierto castillo...
 
y bajo
la luz de la luna
buscose aventuras
con una locura
empapada de libros!
 
 
¡Porrazos, palizas,
lesiones, heridas!
Mas tuvo victorias
puntuales o esquivas:
 
venció al vizcaíno;
obtuvo el preciado,
el tan deseado
morrión de Mambrino,
 
yelmo o sombrero
con un agujero
con que un caballero
se torna invencible
(él hace
que el héroe del caso
con su solo brazo
reparta a su paso
descargas terribles)...
 
Y hoy para
que quede su gloria
en libros de Historia
y en toda memoria
con lustre y con brillo,
aquel que libró
la región de la Mancha
de una ancha avalancha
de obrares mezquinos...
levanta
con honras y honores,
como a altos señores,
a hombres sencillos
y aplasta
bajo sus talones
a fieros leones
como a corderillos...
 
 
 
Por tomar el aire
claro del camino,
don Quijote a veces
sale de los libros...
 
 
 
 
             .            .
                  .
 
 
 
 
                             DOS
 
 
Al llegar a un pueblo
le detiene un niño
que le dice:
 
           —¿Puedo
conversar contigo,
valeroso hidalgo? -
 
«Puedes, puedes, hijo»,
dice un caballero
que se ha enternecido...
 
Luego, el niño empieza:
 
«Quiero ser tu amigo,
quiero ser tan grande
como tú lo has sido...
¡deshacer entuertos!,
y a mi espada fío
redoblar la fuerza
de los desvalidos.
 
«Si una viuda llora,
antes del suspiro
llegará la mano
de este peregrino;
si un anciano cae
entre malhechores...
¡de seguro vengo
vadeando el río!»
 
 
  [Empieza ahora el niño a cantar lo siguiente, mientras
galopa a horcajadas y va y viene sobre un potrillo de madera:]
 
«¡Ya vieeene por los desiertos,
el aaaire, las amapolas,
la puuunta de los espinos,
el filo adusto, la hooonda!
 
 
 
«¡Ya viene, camino aleeegre,
camino desmemoriaaado,
la espaaada del indefenso,
la fuerza del humillaaado!
 
«¡Ya viene, nadie lo ha visto!
¡Alieeenta en cada olvidado!
¡La vaaara de la justicia
le servirá de cayado...!
 
«¡Ya viene, nadie lo ha visto,
gorjal y casco acerado!
¡La vaaara de la justicia
le servirá de cayado...!
 
«¡La vaaara de la justicia
le servirá de cayado...!»
 
 
 
 
 
 
       El hidalgo
no encuentra palabras...
       Dice al final:
 
 
«¡Sea como quieres,
como lo has pedido!
Nunca un buen deseo
yo le niego a un niño.
¡Salve, caballero
de los nuevos siglos!
¡Para nuevos tiempos,
nuevos desafíos!
 
 
«¡Quiso Dios que en época
de mayor peligro...
cuando el hombre tiembla,
se levanten niños!
 
 
«¡No deshonres nunca
tu palabra, nunca!
¡Cumple, cumple siempre
con lo prometido!
¡Ante mí levantas
del honor las actas!
¡Rocinante y Sancho,
queden de testigos!»
 
 
 
Don Quijote entonces
sale del camino
y regresa al dulce
sueño de los libros
porque Dulcinea
–dice– le ha llamado
y él al mismo cielo
prometió su cuido.
«Y si te he pedido
que tú cumplas siempre,
por nada del mundo
desdiré lo dicho».
 
 
 
Se despiden.
                        Lleno
de emoción guerrera,
con el pecho ardiendo
se ha quedado el niño.
Agrandó la noche
con sus pensamientos
y sin darse cuenta
se quedó dormido.
 
 
 
 
 
 
 
 
  [Canción:]
 
¡Adiós, caballero,
adiós, adiós...!
 
¡Adiós, caballero,
mi buen caballero,
adiós, adiós...!
 
Él dice: «Primero
valor, valor...»
¡Adiós caballero
que dice: «Primero
valor, valor...»!
 
 
 
¡Adiós, caballero,
adiós, adiós...!
 
¡Adiós, caballero,
mi buen caballero,
adiós, adióóóós...!
 
 
 
 
             .            .
                  .
 
 
 
 
 
                              TRES
 
 
Este cuento cuento,
pero en este punto
siempre mi relato
doy por concluido,
pero hay otra parte,
la que me reservo,
la que nunca cuento,
la que nunca he dicho...
mas por ser quien eres,
porque te enterneces
y porque eres bueno...
la diré contigo:
 
 
...Don Quijote, al irse,
cuando dio la vuelta,
de emoción ardiente
se alumbró lo mismo,
porque más allá
de los sufrimientos
los quijotes tienen
corazón de niño...
 
Y como una gota
que se desbordara
del ceñido arroyo
para hacerse río
y alcanzara el mar
para hacerse océano,
un inmenso océano
que aspirase a abismo
de tal proporción
que se articulase
y se confundiese
con el infinito,
sobre su sonrisa
se plantó una lágrima...
¡esa estampa propia
de los elegidos!
 
 
¡Hacia el regocijo
de la bienandanza
por las tolvaneras
de los desafíos,
del quijote grande
cuánta la esperanza,
del quijote chico
cuánto el señorío!
 
 
 
...Y cuando el pequeño
cierra los dos ojos
da en volverse el otro,
por armarle... (digo)
y al hallarlo quieto,
tan santificado,
solo una pregunta
le acercó al oído:
 
 
 
 
—Si despierto sueñas,
soñando de veras
¿cuáles sueños sueñas
tú, caballerito?
 
 
 
      .            .
            .
 
 
[Canción final:]
 
...Sueña, quijote,
que el hierro en su fuerza
se inclina a la flor.
 
Sueña, quijote,
que el mundo podría
ser nuevo y mejor...
 
Sueña que el duelo se aleja,
que la alegría responde,
y que el abrazo de hermano
se consolida en su nombre.
 
 
Sueña que el sueño ha borrado
las pequeñeces del hombre,
sueña que el tiempo ha cambiado,
sueña tu sueño, quijote...
 
Sueña...
              Sueña...
                             ¡Sueñaaaaaaa...!
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