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EFLUVIOS

1
A gritos
a murmullos
a días
a nocturna ebriedad
a blanca esencia
a pinceles rotos
a jardín
a metáfora rodante
transparentes
fuentes del soñador
así se despeñó
del alto muro
y así rodó
inquieto
furibundo
solo
con otra igual
en el tiempo en sí mismo confundido
a dos tiempos y en ambos suspendido
 
en soledad
y en comunión.
 
 
 
2
De más, buscar
entre caracolas y pozos;
de más, llevar
la vestimenta o el ramo:
el alero del tiempo
va en las noches
zumbando
entre franjas
y círculos
y destruye
al pasar
los areópagos...
(la brillantez del fuego
en la fragua del juego
nos hermana)
 
¿Era un dorado pez?
¿Era una ciencia?
 
 
Paréntesis,
¿te abres
o te cierras?
 
 
 
 
 
 
 
 
3
Y al final, solo, quedo
nadando entre poemas...
 
Ausencia de los ritos
contemplados.
 
Erosión
del ente suspendido.
 
El silencio, la vereda,
todo arde.
 
La ilusión, el amor,
ya todo rueda.
 
Principio de un saber
atadas nuestras vidas:
la fe y la añoranza
saliéndonos del pecho.
 
 
¿Podrá volver?
La esencia nos anima.
 
No se ha quebrado en dos el pedazo de bronce...
«No se ha quebrado, no», dice Jano. ¡Dos caras
en el amor,
dos rostros apacibles latiendo y elevados!
 
 
 
4
Lazos apetecidos,
brazos,
cuerdas, cantos,
redonda la boca en el decir.
 
Ardiente deseo.
Rayo, flama.
 
Puedo verte.  A ti ya
nada acaba.
 
Cae una nube azul
en tu garganta dormida,
cae tu risa gris
y caes de los áticos.
 
 
Puedo verte. A ti ya
nada pierde.
 
Y sin embargo, engañas tu soledad.
Como si no fuera urgente reír acompañados.
Como si no fuera el polvo
medida decisoria.
 
Una, Ima,
haremos nuestra historia...
¡Que sea canto glorioso, pues vida merecemos!
 
 
 
5
La vida quiere las gracias.
Las Tres Gracias:
el hábito del pez,
el toque del tomillo,
la cruz del ajedrez....
 
¡Nos llenamos de historias y de fábulas!
¡Fábulas para recordar a fin de vida!
¡Vida para vivir, muy ahorrada!
 
¡Ah! ¿No te acuerdas, que a tientas fueron....? ¡Lentas
evocaciones!
¡Ah!, ¿no te acuerdas que fueron más estrellas
las que viera
brillando
a ciencia cierta?
 
Que no termine, no, la plática cerrada:
azar de flor, alta catarata de humanidad y ríos nuevos,
 
floraciones,  aljófares y néctares
que si probamos
alzaron nuestras almas....
 
 
 
 
 
 
 
 
6
¿Quién no dudó una vez
del quehacer emblemático?
 
Sediento así, no supe
si era verdad la vida.
 
Hacer febricitante,
devoción cerril,
la más cara máscara,
esplendor divino.
 
Veía, en ronda abierta,
mil urbes escondidas,
cielos de arena
cayendo entre manzanas
desparramadas.
 
Llamadme...
En fin, ¿seré testigo,
portón,
torre barroca y ciega...?
 
Me ofrecieron la noche y el poema;
y yo temblé de amor sacralizando las noches...
 
Mas volverán, serán
el encontrado abrazo.
 
Se espumarán. Vendrán
sobre la noche hueca...
 
 
7
Era la noche.
 
Vestía sus típicas raíces.
 
Había intentado
hacerme sombra.
(Nombra,
rostro de la oquedad)
 
La noche misma
trajo arena,
soles, torbellinos,
querer ser volver y amanecer
y no torva inquietud,
sopor de mares
y enteros días
de vivir entre solos.
 
Errantes pasos
se buscan y se esperan,
tiemblan la misma actitud
sin enfados
y sin rebeldías...
 
Era simple: fundirnos
mágicamente en el acto,
atrapada la dulce
ensoñación en su vuelo.
 
Se nos dijo:
«Amaos los unos a los otros»
al darnos la más alta figuración de los símbolos...

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