Cuando empezaba el año 1970, el padre de Manuel Diep trajo al país un automóvil tan moderno, tan moderno... que incluía una alarma electrónica contra robos.
En verdad, lo de la alarma era una grandiosa novedad para el estrecho vecindario, y el mismo señor Diep la hacía sonar adrede para impresionar a sus visitantes... Decía: «Si alguien quiere robar este automóvil, la alarma se activará automáticamente y el ruido alertará a medio mundo».
El día en que lo robaron, medio mundo pensó en otra demostración más y en otro visitante más... Me pareció entonces una «moderna» versión de la ahora anticuada fábula del lobo y las ovejas...