Señor,
¿por qué se ha acrecentado el número
de mis enemigos?
Muchos son los que ahora se alzan contra mí.
Ellos están diciendo de mi espíritu:
«No; Dios no podrá ser su salvación».
Pero Tú, ¡oh Dios!, eres mi escudo protector,
eres mi gloria y eres
quien trae levantada mi cabeza...
De diez mil personas que se formen contra mí
no temeré;
con mi voz clamaré al Señor mismo
Y Él me responderá desde su cielo.
Tranquilamente me pondré a dormir,
confiado en el seguro despertar
porque Tú, Señor, me sigues sosteniendo...
Levántate, sí, Dios de los cielos;
sálvame, sacude al enemigo...
Toda salvación de ti proviene.
La bendición ya está sobre tu pueblo...