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EXCELSITUD

Amo la quietud de los árboles,
el bisbiseo de sus copas,
la gracia y la velocidad con que se animan y desplazan...
 
No están quietos los árboles
ni los fijan sus raíces:
viajan vertiginosos por el cosmos y lo saben,
del amplio peregrinar de su vida son conscientes;
ellos levantan los brazos y saludan
el paso de las constelaciones...
 
Oh, árboles,
hacedme como vosotros,
asignadme un lugar entre sus plantas,
permitidme observar lo que contemplan...
 
Latiente idealidad de lo latente,
entidades hundidas y elevadas:
hermanadme en el misterio de la noche...
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