—Corrí una vez al aire y me perdí… Toqué profundos páramos y timbres… Pero he vuelto, Dador, y hoy heme… recibiendo tu amor a torrentes, a… ¡Señálame! Tu dedo no acusa ni me…
Caballito, caballito, caballito; caballito, caballito trotador: en tu lomo tú me llevas, caballito… caballito trotador. Mi caballo tiene el pelo colorado;
—De la noche salgo, de su vientre dorado, para dar cuenta y fe
Por amor, el conde niño es niño y pasó la mar. ¡Tintura, tela, papel: el niño pasó la mar! Va a dar agua a su caballo,
Hurgándote en la tibieza de un grueso microscopio sacándote
Te vas. vas a anularme nueva vez. Nueva vez, al irte –ida que no veré– veré llegar la pérdida, pérdida irreparable y mayor. Mayor
Yo lo sé y aquí todos lo sabemos. Quizá otros lo han sabido y sentido y dolido El tiempo ha sido—en todo tiempo—
El suicida se alegra del vacío. —Ya cayó (lo dice el ojo del transeúnte). —Tú, ¿quién eres tú? ¿de dónde vienes?
—¿Y si despierto? ¿Y si me inundo de grácil brillantez —de ruidosa mudez— en la redonda noche?
Te alabaré, Señor, con todo mi co… y así declararé tus maravillas. Con melodía entonaré tus himnos, ¡oh, Altísimo! Te has sentando en el trono de los…
Dase tu cabalgata desde el hombre… y el Sur y el hombre caben en tu c… Hablas y que tu voz resuena como proverbi… Se dio por puesto en foja de escri…
Señor, ¿por qué te alejas y te esc… El inicuo somete al afligido, el inicuo blasfema contra ti, afirma que no hay fuerza que le ju… librado del dolor y la desgracia.
El conjunto de poemas que José Alejandro Peña presenta en este libro Suicidio en el país de las magnolias es una continuación en el tiempo de un oficio que desde el primer momento se...
Llorando va un pastorcillo, llorando pasa, llorando; de tanto llorar ya lleva todo su cuerpo mojado. —¿Quién te ofendió, pastorcillo?;
Fuga, terrenal esencia. Una llave es como una espada que se nos clava en el pecho. Vértigos da