¿Quién desafía al guerrero invencible
colocado a la puerta de una muerte segura?
Los amantes.
Ellos paralizan estancias.
Bajo penumbra se eternizan secretos.
Abren el anochecer
y sus portales,
celebrando la fiesta del tacto en carne viva;
ellos ven sin hablar el levante de un astro
e invocan con afán la estación de las lluvias.
Como amantes,
como Dresde,
giramos destruidos,
destruidamente edificados,
vigorosamente consumidos,
enamoradamente enamorados...