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LA FÁBULA INACABABLE DEL POLÍTICO Y EL PUEBLO

 
—El político y el pueblo
parlaban su papiamento:
 
“Cuando te escoja, político,
en la elección de mañana
me darás trajes de seda
con broches de porcelana”,
dice el pueblo de hambre y hombre;
y, sin perder un segundo,
el trapacero responde:
 
“¿Me pides galas de seda
con guijas de porcelana?
¡Pueblo, por pedir tan poco,
mereces no pedir nada!
¡Mucho más yo te daré!
¡Gran porvenir te avizoro!
¡Calzará tu apuesto talle
costosos trajes de oro!”
 
“¡Yo mucho me los merezco!”,
exclama el pueblo inocente...
 
“Sí; todo te lo mereces
por ser tan inteligente”.
 
“¿En verdad crees que soy,
cual dices, inteligente?”,
pregunta el pueblo, impaciente
siempre, siempre vanidoso...
 
“¡Pues tanto como DEMENTE!
De-men-te-cla-ra... ¡y grandioso!
¡Demuestras cuán sabio eres
cuando corres tras nosotros...!”
 
Ante tamaña belleza
e hinchazón en los halagos...
se estira el pueblo y bosteza,
su Noche de Reyes Magos...
 
¡¡Quiere dormir!!  El artero
lo arulla, le da su abrazo,
y cuando ya se ha dormido....
y cuando yace dormido...
profundamente dormido...
¡LE PEGA SU GARROTAZO!
 
 
II
—¿Y ya pasó?
 
                      —¡Nunca pasa!
El pueblo “sabio”, ese “genio”,
esta experiencia graciosa
vive cada cuatrienio.
 
—¿Desde cuándo, mi señora,
se ve esta vergüenza pública?
 
—Desde el día, mes y hora
en que nació la República.
 
[El desenfado, rampante;
y la complacencia, mucha...
así charlaban, sonrientes,
y se burlaban, mordientes,
por sus modos insolentes,
la bermejuela y la trucha].

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