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HUELLA

 
 
 
—Si al menos pudiera irme sin dejar una huella
y ser el mismo que ni fue ni vino
ni saludó
ni tropezó con un trozo de aire
en el invierno...
 
Si no fuera esta armazón la estatura que llevo...
o por arte alguno pudiera borrarme como a lápiz...
así no tendría nunca que llorar en las mañanas
ni sentir otro martillazo en mi corazón
sobre el yunque de acero
del tiempo y de los años.
 
(Inexistir no es tan fácil como quitarse unos guantes,
apurar una copa, guardar unas bufandas...)
 
Pudiera, entonces, ser algo de nada y andar
a mi gusto, invencible, sin que el viento me toque...
 
Yo que tengo dos ojos, una apetencia larga...
ondeo el pabellón de los adioses.

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