Éste de mis entrañas dulce fruto, con vuestra bendición, oh Rey eter… ofrezco humildemente a vuestras ar… que si es de todos el mejor tribut… un puro corazón humilde y tierno,

Dulce Jesús de mi vida, ¡qué dije!, espera, no os vais: que no es bien que vos seáis de una vida tan perdida. Pero si no sois de mí,

Llenos de lágrimas tristes tiene Belardo los ojos, porque le muestra Belisa graves los suyos hermosos. Celos mortales han sido

Anticipó la púrpura olorosa un temprano clavel; Fabio admirado dijo a Fenisa que bajaba al prado: «Corta su breve vida, Parca hermo… «Lástima fuera», respondió piadosa…

Dulce Filis, si me esperas, de favor has de ir mudando, que es mucho para burlando, y poco para de veras. Si fías en mis amores,

Esparcido el cabello por la espald… que fue del sol desprecio y maravi… Silvia cogía por la verde orilla del mar de Cádiz conchas en su fal… El agua entre el hinojo de esmeral…

No sabe qué es amor quien no te am… celestial hermosura, esposo bello, tu cabeza es de oro, y tu cabello como el cogollo que la palma enram… Tu boca como lirio, que derrama

«—Ensíllenme el potro rucio del alcaide de los Vélez, denme el adarga de Fez y la jacerina fuerte; una lanza con dos hierros,

Mil años ha que no canto porque ha mil años que lloro trabajos de mi destierro, que fueran de muerte en otros. Sin cuerdas el instrumento,

¡Oh libertad preciosa, no comparada al oro ni al bien mayor de la espaciosa t… Más rica y más gozosa que el precioso tesoro

¿Quién es aquel Caballero herido por tantas partes, que está de expirar tan cerca, y no le socorre nadie? «Jesús Nazareno» dice

Señora mía, si de vos ausente en esta vida duro y no me muero, es porque como y duermo, y nada es… ni pleiteante soy ni pretendiente. Esto se entiende en tanto que acci…

En las mañanicas del mes de mayo, cantan los ruiseñores, se alegra el campo. En las mañanicas

¡Con qué artificio tan divino sale… de esa camisa de esmeralda fina, oh rosa celestial alejandrina, coronada de granos orientales! Ya en rubíes te enciendes, ya en c…

«—Después que rompiste, ingrata, de amor el estrecho nudo, pruebo a sujetar el cuello y no consiente otro yugo. Gocé libertad tres años,