Caer... Perder el equilibrio hasta dar contra el suelo o sobre una superficie firme... Para caer de algún lado, primero hay que estar arriba...

  Me siento viviendo en una constante montaña rusa (desde vos... quizás...), donde hay subidas y bajadas por todos lados.
  Al principio era todo en ascenso, perfecto, hermoso, no tenía nada que reprocharle a esta extraña y desconocida montaña rusa; pienso que ni siquiera fui conciente de que estaba subida en ella. Hasta que empezó a bajar. Primero fue un pequeño descenso, muy tranquilo, que se sentía pero duraba muy poco, y al ratito me devolvían la estabilidad. Ya los rieles se fueron haciendo más sinuosos, como tormentosos, de emociones fuertes. Me sientía volando y cuando abría los ojos me estrellaba contra una pared, pero me gustaba enceguecerme de todas formas. Empecé a dejarme llevar por los hermosos sentimientos de estas subidas, e intentar disfrutar las bajadas como podía.
  Llegó el día de La Decisión. Y ahí empezó lo heavy. Bajar, bajar, bajar y bajar... Así fue mi bache, ese mes y medio de caída tras caída.
  Pasó el tiempo y de vez en cuando podía dejar de bajar y comenzar a subir, al menos por unas horas; eso ya era un gran avance. Seguía pasando tiempo y se empezaron a invertir los porcentajes de bajadas y subidas, estaba más tiempo “bien” que “mal”.
  Me llené de esperanza. “Voy a poder con esto”. Y fue un largo tiempo en una subida, sutil, pero iba hacia arriba en definitiva. Sonrisas volvían a mi cara y mi humor volvía a ser la contagiosa alegría de siempre.
  Y cuando ya pensaba que me había bajado de la montaña rusa, plaf!, en bajada otra vez. Descenso pronunciado pero corto. Me repuse. Y plaf! Otra vez me hablás, otra vez voy en bajada.
  Y caigo, caigo... Para caer primero tengo que estar arriba, lo que me ayuda a notar que sí puedo subir, que si pude antes con más razón puedo ahora. Pero eso no me levanta de la caída... Simplemente me da la certeza de que en algún momento se invierten las cosas.

  Esta tarde/noche caí. Estoy en el suelo, sintiendo el frío, con ganas de escaparme de todo... Me escapo en mis sueños, por eso suelo elegir dedicar mi tiempo a dormir durante los bajones; es eso o llorar, y prefiero siempre la uno.