Noche de sábado
¿Será que es una noche de esas? De esperanzas desesperadas, donde el sueño elige ir a dar un paseo. Noche de sábado, otra más donde me quedo en casa conmigo, a pasar el rato. Y aunque esté sola, me siento acompañada, me gusta pasar conmigo las noches, es lindo conversar con uno.
A estas horas el corazón y las ideas se ponen en sintonía. Quiero escribir, leer, hablar, pensar y escuchar, todo al mismo tiempo, y mi querida amiga, la camiseta filosófica, siempre está al pie del cañón, esperando que me decida a usarla. Aunque a veces me quede grande, y otras veces chica, en noches así, cuando calza perfecta, y la luna danza al son de mi pensar, y el río corre cargado de mi sentir, y mi oración es profunda, no puedo pedir más.
Acá es cuando me siento vulnerable, cuando me saco la capa que me cubre y la cuelgo un rato en el perchero, cuando cada cosa que digo nace desde lo hondo de mi ser, y ¡que miedo!, cabe la posibilidad, en momentos así, de un sincericidio casi sin querer. Pero estoy yo conmigo, no hay riesgos.
Me gusta hacerme compañía, no me sienta mal la “soledad”, es edificante también. Cuánto que podemos aprender de nosotros mismos si hacemos un poco de silencio. Aprendiendo a escucharnos. Tenemos un sentir que grita, un corazón que late, un remolino de emociones que no nos detenemos a mirar.
Y si...
Es una de esas noches.
Hoy cierro la puerta del mundo, me trago la llave, y me encierro (con vos) conmigo.
07/10/17
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