Bajo El Cielo de Mi Tiempo
Bajo El Cielo De Mi Tiempo
Ya no guardo en mis manos
la calma que un día sembré,
se cansaron de sostener
lo que el viento no quiso llevarse.
No es soberbia, es el cansancio
de arrastrar pesos ajenos,
de fingir que las sombras
pintan flores en el invierno.
Critican sin pausa, exigen sin ver,
y yo borro sus ecos con silencio,
porque el tiempo no vuelve
y mi alma ya no cabe en sus laberintos.
No tejo redes para quien desconfía,
ni pulso versos para el que no escucha;
las máscaras caen, y en su caída
solo queda el polvo de una lucha inútil.
La mentira tiene sabor a metal viejo,
la hipocresía, un ritmo quebrado;
no danzo al compás de lo falso,
prefiero la luz del gesto sincero.
Amistad sin raíces es humo,
traición es palabra sin dueño;
solo abrazo a quien guarda
el fuego limpio del respeto.
No temo al que piensa distinto,
sí al que impone su voz como muro;
la vida es río que busca su cauce,
no preso en cristales duros.
Ya no presto horas al rencor,
ni alimento al grito que nace vano;
cultivo paz en mi jardín interno
y solo riego lo que me hace humano.
En este mapa de días cortos,
elijo andar con quien suma estrellas,
no con quien apaga sueños
o mide el mundo con su propia escala.
La paciencia es un té que se enfría,
y yo solo bebo de mi propia taza:
amarga para algunos, dulce para otros,
pero siempre... siempre honesta.
—Luis Barreda/LAB
