Ella Camina
Ella Camina
Es como el viento que a veces susurra,
a veces golpea, pero siempre persiste.
Es el árbol que aguanta la tormenta,
aunque sus ramas al suelo se inclinen.
No la defines con una palabra,
es rayo de sol, es noche callada.
Es risa que brota, es lágrima amarga,
es huella profunda, es sendero sin huella.
No le preguntes cuánto ha caminado,
sus pasos guardan secretos sin nombre.
Lleva en sus manos cicatrices de lucha,
y en su mirada, la luz del horizonte.
A veces se cansa, mas no se desploma,
reconstruye sus alas con hilos de esperanza.
No busca héroes, ni pide que la salven,
sabe que en su pecho late una montaña.
Si quieres amarla, no hables de glorias,
habla de caminos, de metas concretas.
Regálale silencio cuando el mundo grita,
y escucha su alma cuando está dormida.
No le temas al fuego de sus iras,
son llamaradas de un corazón vivo.
Aprende a bailar bajo sus tempestades,
y en sus días de calma, sé su refugio.
Ella no pide que carguen su cruz,
solo un poco de fe cuando duda.
Un abrazo sincero, sin preguntas,
y palabras que nutran su alma en penumbra.
Porque aunque la vida le apague el sendero,
ella enciende estrellas con sus propias manos.
No necesita ejércitos, ni banderas de guerra,
basta su orgullo de ser dueña del tiempo.
Y si un día te alejas, no pienses que olvida,
ella sigue andando, sin mirar atrás.
Porque su fuerza no nace de aplausos,
sino de saber que jamás se rindió.
Es el río que avanza, aunque el cauce le duela,
es el verso que nace de una herida abierta.
Ella, la que nunca claudica ni muere,
la que transforma el dolor en bandera.
Así es ella: fragua, semilla y raíz,
un canto rebelde que el tiempo no apaga.
No busques entenderla... solo quiérela,
y en tu pecho guarda su historia sagrada.
—Luis Barreda/LAB
