Luis Barreda Morán

Encuentro

Encuentro
 
Te extraño cuando no estás cerca,
mis ojos siguen tu caminar.
Mis suspiros buscan tu presencia,
tus labios quieren recordar.
 
En cada pensamiento vivo
nuestros abrazos bajo el agua.
Tu voz en mi memoria guardo,
es dulce melodía sabia.
 
Sonrío al oír tu risa,
miro la ventana y espero.
Pregunto al tiempo que se alarga:
¿Cuándo volverás, mi cielo?
 
Tus libros guardan tu esencia,
tus versos viven en mi ser.
Tus manos dejan su magia...
¡Qué ganas de volverte a ver!
 
Si hoy regresas a mi lado,
no soltaré tu boca amada.
Contigo soy quien realmente existe,
en tu calor, mi alma es rescatada.
 
Me enseñaste a desear sin miedo,
a morder la fruta prohibida.
A no pedir permiso al fuego
cuando arde esta pasión encendida.
 
Tus besos son mi paraíso,
tu locura, mi mejor antojo.
En tu piel escribo mi destino,
en tu perversión, hallo mi antojo.
 
Eres mi refugio infinito,
el sueño que no necesita voz.
En tu piel pierdo las horas,
en tu abrazo encuentro mi luz.
 
Cuando las luces se apagaron,
mis manos supieron encontrarte.
Conviertes noche en poesía,
en luna que nos sabe amar.
 
La vida duele, pero es bella
si amanezco junto a ti.
Quédate esta noche entera,
hagamos del amor un latir.
 
Tus labios nombran mis secretos,
dibujan mapas en mi piel.
Enciendes fuegos con destreza,
y apagas con la misma fe.
 
En cada beso hallo el cielo,
tu boca experta y carnicera.
Cuando pronuncias mi nombre,
soy tuya... completa y entera.
 
El tiempo huye cuando estamos juntos,
la ciudad calla su bullicio.
Guardo tu risa en mi alma,
es nuestro eterno misterio.
 
Hoy busco en tu mirada
respuestas a mi existir.
Tu amor es mi gran casa,
el verso que no ha de morir.
 
Quiero tocarte sin barreras,
sentir tu sangre y tu calor.
Que el mundo quede afuera,
fundirnos en un mismo amor.
 
Ser extensiones el uno del otro,
no saber dónde empiezo o acabo.
Recorrer tu espalda como viaje,
que en mi pecho tu hogar halles.
 
Eres mi locura perfecta,
paz en medio de la guerra.
Jardín de luz siempre abierto,
milagro que aterra y encierra.
 
Ven, piérdete en mi alma,
ahógame en tu eterno abrazo.
Te amaré con cada latido,
en tu fuego hallaré mi pedazo.
 
Haremos luz con nuestro encuentro,
seremos noche y claridad.
Dos cuerpos, un solo fuego,
un infinito... sin final.
 
—Luis Barreda/LAB

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