Insomnio
La noche pesa como un muro frío,
el tiempo arrastra sus pasos de plomo,
mi sombra habita un cuarto vacío
y el reloj cuenta segundos que asombro.
El insomnio teje redes de espanto,
la luna calla con su faz de nieve,
el viento canta un vals roto y quebrado,
mi mente guarda lo que el alma llueve.
Recuerdo calles de barro y silencio,
faroles rotos, paredes sin nombre,
el Sur lejano, su lodo y su invierno,
y un sueño ausente que nunca me esconde.
No hay mar ni barcos que rompan la calma,
solo esta vigilia, lenta y amarga.
El mundo duerme, pero en mi alma
arde una hoguera que nadie apaga.
Quisiera hallar en la luz de la aurora
un refugio de paz entre la sombra,
pero la noche, inmensa y devota,
me ata a su reino sin fin ni frontera.
Sé que vendrá el sol con su risa clara,
borrando horas de angustia y derrota,
mientras hoy lloro sin llanto ni lágrimas:
la noche es larga... y el alma está rota.
—Luis Barreda/LAB