Ser Mujer
Ser Mujer
Ser mujer es guardar en el pecho
tormentas que nadie logra ver,
es secar con valentía el llanto
y pintar una sonrisa al amanecer.
Es cargar con dolores callados,
mientras el mundo sigue su vaivén,
es ser refugio de otros cansancios
y aún así, no dejar de creer.
Ser mujer es tropezar en la sombra,
caer mil veces sin perder la fe,
levantarse con las manos rotas
y volver a caminar con la piel de pie.
Cada cicatriz es un verso escrito,
cada paso, un himno de mujer:
guerrera que transforma el grito
en fuerza que no sabe de nacer.
A los quince, princesa que danza
con sueños de tul y azúcar en la voz,
corona de flores y esperanza,
mientras descubre el amor ante Dios.
A los veinticinco, rosa en el viento,
belleza que estalla sin temor a enseñar,
piel que acariza cada momento
y risa que ilumina hasta el mar.
A los treinta y cinco, fuego que arde,
pasión que navega sin timón ni reloj,
abraza la vida con sus combates,
sin miedo a quemar o a empezar de cero.
A los cuarenta y cinco, sabia aurora,
huella imborrable de historias y verdad,
camina con orgullo su memoria,
dejando en cada huella su identidad.
A los sesenta, dama de elegancia,
terciopelo antiguo que el tiempo pulió,
lleva en sus arrugas la constancia
de un alma que nunca se rindió.
A los setenta y cinco, alma especial,
tesoro de noches y madrugadas,
sabe que la belleza es celestial
y en sus canas guarda mil alboradas.
Ser mujer es ser vida que brota,
semilla, raíz, fruto y jardín.
Es ser tempestad y gaviota,
espejo que nunca deja de existir.
No hay edad que apague su esencia,
ni calendario que borre su fulgor:
ella es, desde siempre, la presencia
que convierte el tiempo en flor.
¡Mujer de mil caras y un solo latido,
hermosa en cada ciclo, en cada edad,
poema que nace siendo sentido,
eterna en su fragilidad!
—Luis Barreda/LAB
