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así sucede, entre piernas de alcance a la franela
riega el ocaso, pierde la esencia; la nociva estirpe
embriaga al ente y rejuvenece la caridad
dentro de mil cuerpos hacia tu distancia, la sed colma el erudito ejemplar
la coartada perfecta tirando estirpes de miel llega al tanto y desaparece entre cuernos;
la titubeante noche anuncia su contraposición y la escena efímera reúne la ciudadania de un titubeante errático, aberrante destructor de palacios; entrañas fuertes como clavículas rellenan y embellecen la sombría y calurosa gincovena.
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