Old Farmer, by Arthur Burdett Frost
Luis Leal

Oración equivocada

¡Qué me equivoque Señor!
¡qué me equivoque!
y que me siga equivocando
por este tu camino;
que no le haga mío acertando,
allí sí que estaré perdido.
 
Que el errar sea mi respaldo,
porque será la certeza
de que el camino no se ha corrompido
con mis torpes razones
que me aprisionan convencido.
 
Y más que determinado
por convicción en un fin divino;
termino vencido por mis perspectivas
que llevan una sombra de hastío.
Y es que cuando pretendo acertar
lo hago sacrificando el bien perseguido,
por esta tonta costumbre
de que todo lo tengo entendido.
 
¡Sorpréndeme Señor! para que erre;
innova esta inútil razón de hastío.
Que mi vida de desaciertos se llene;
sácame de mis resoluciones
loco y perdido.
 
Que me abra a la realidad.
¡Qué viva!
Aunque sea equivocadamente;
¡no importa!
Que se desencadene esta mentalidad,
que quiere siempre imponerse a otra.
 
Que esté abierto a lo insospechado
o que incluso me vea afectado
por el desacierto que Tú me has traído,
que sepa querer lo que aún no quiero,
que sepa del tropiezo hacer camino.
 
Que venga a mí ese santo error,
que hace de las minucias algo intenso;
ese error que evidencia mi limitación
y en mi camino me deja perplejo:
el error de vivir;
pues que esta vida mía que tengo,
yo no la preví.
 
¡Señor! ven a contrariarme;
sácame de ese vicio
de querer que todo salga “bien;”
y es que ese bien
se desentiende de los otros;
ese bien no es tan bueno,
resulta tramposo.
Mejor un errar honroso
que mejore mi vivir,
a un acierto vicioso
que corrompe el porvenir.
 
Y es que, que falsa seguridad:
“que todo me salga bien.”
Ello, ¿de qué es garantía?
Parece un bien limitado, corrupto;
un bien confundido con lo que quiero
(que casi siempre es cambiante);
un bien, al fin, para mí,
que no ayuda;
así, errar bien prefiero.
Teniéndote a Ti.

Piaciuto o affrontato da...
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