En este mar de gente me siento mas solo que nunca.
Réquiem para mi vida.
La vida es dolorosa, pues la felicidad eterna no existe.
Las voces discuten, están divididas:
—Lo tienes todo, una familia que te quiere, grandes amigos, una vida estable y un camino por recorrer.
—Una vida de mierda querrás decir, enfermo desde una corta edad, no sabes lo que quieres con tu vida y no confías ni en tu sombra, ¿Que clase de pendejada es esa?
Mi interior está en llamas, la lógica pelea gradualmente con los sentimientos, lo tengo todo pero no quiero nada.
Me da miedo terminar solo, pero hago todo lo posible por alejar a la gente de mi lado.
Quiero arreglar mis problemas, pero priorizo a los demás sobre mí, me aterra vivir hasta consumirme, pero no puedo acabarlo todo para terminar congelado.
Tengo problemas de confianza, sin embargo, muestro una cara de egolatría al mundo.
Predico el no importarme encajar, pero muero de miedo si no me ajusto a lo que la gente espera de mi.
Ayudo a las personas a que se desahoguen, pero me escondo a llorar.
Les digo a mis amigos “todo estará bien”, cuando por dentro grito “ayuda, me estoy quebrando”; y lo callo con una sonrisa que no tengo para mi frente al espejo.
Pero, ¿porque diría todo lo que siento?
Como mostrarte en una sociedad que no quiere que seas diferente, solo pretende que tengas una buena cara todo el tiempo.
Me tacharían de loco, de hacerme la victima, de poco hombre, débil, de irritante por no poder superarlo, de imbécil.
Entonces te das cuenta que sólo puedes dar patas de ahogado en el mar de gente a la que no le importas.
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