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Esos ojos de miel, que guardan detrás la depresión.

Crónicas de un escritor al borde de la locura.

Creo que es un lugar, o tal vez deseo convencerme de eso, hay noches como hoy que siento este vacío oscuro dentro de mi, esa nada inmensa que me hace llorar.
¿llorar?¿yo? -"si eres feliz"- podrán decirme.
detrás de esos ojos de miel se ocultan días de pánico, de desazón, de miedo y ansiedad, cada ves que me preguntan que me ocurre suelo culpar a mi falta de medicación, la que tomo para el trastorno limítrofe de la personalidad, o solo al famoso cansancio.
En realidad si estoy cansado, la pregunta es de que o de quien.
Suelo sentir que soy un gigante pozo sin fondo, donde todo y nada es posible, en el cual se unen mis miedos mas profundos y mis felicidades mas grandes, me siento un agujero negro gigante en el cual conecto mi pasado, mi presente y mi futuro.
He observado miles de noches de insomnio frente a mi y en vez de vivirlas y abrazarlas, erróneamente decido racionalizarlas.
Detrás de estos ojos tan seguros de si, existe alguien que aun llora por las noches, que se siente vacío a veces, que mira a la nada y su mente se pone en blanco para ver si eso ayuda a no caer en aquella vieja amiga depresión, aunque debo confesar que hasta a ella la extraño de vez en cuando.
Extraño ese hueco oscuro que al menos me hacía sentir “mal”, muchas veces preferiría eso a no sentir mas que inercia.
Mis días desolados intento llenarlos con redes sociales, likes y corazones, algún que otro estado medio lastimoso para que alguien pregunte “¿que pasa?” y entable una conversación, distraerme del sentimiento que me aqueja. En esos momentos intento encontrarle razón a lo que me pasa, si es un eso, un tal vez, quizá, nunca; lo único que logro aclarar es que es ella de nuevo, mi famosa ansiedad.
Detrás de esos ojos también hay un gran pedido de auxilio, un sácame de aquí, un abrázame o déjame solo que quiero llorar; un meterme debajo de las sábanas y solo dejarme llevar por el sueño o el insomnio, todo depende.
He tenido una larga lucha en contra de mi mismo, de mis impulsos de autodestrucción, de sentirme siempre mi enemigo, de querer salir de mi, de odiarme, de perderme y no querer buscarme.
Ya pasé esa etapa de sentarme frente a mi reflejo y engañarme por creerme tan poco cuando soy lo mas valioso. Tal vez, solo tal vez, estoy atravesando otra etapa, otra bella y absurda etapa, solo me queda abrazarla y preguntarle que me quiere enseñar.

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