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Canción del niño negro y del niño blanco

Desnuda,  
derrama sobre el suelo su larga trenza palpitante,  
frente a la luna rota  
de mi ventana.  
El mejor vestido para las bellas desnudeces,
¿no es el lino ágil,
espíritu de maravillosos temblores,  
de las espumas?
Su cuerpo, parpadeando como una joven primavera,
es,
para mis ojos
y para mi boca,  
el mejor regalo.
Sensualidad desconocida del verano de la sensualidad.  
¡Senos desnudos,  
único verano!
2
¿Qué hacen aquellos niños?
¿Y aquellas mujeres perdidas en el monte del crepúsculo?
¿Y aquellos hombres pálidos?
¡Ansias,  
sin rumbo,
que dejaron prendidas en el viento las plumas de sus alas!
Los niños fuertes,
llevan cántaros de hierro;  
los niños débiles
llevan cántaros de oro;  
los niños enfermizos,  
llevan cántaros de nácar.  
La estrella desciende con los senos desnudos,
y,
palpitando,  
muere.
3
Alguien toca a mi puerta.  
Espérate un instante...  
¡El niño negro
y el niño blanco
arrastraron hasta mi puerta el grito áspero de la soledad!
El día,  
para ellos,  
no enciende las pupilas de sus cristales.
Sombra que echa raíces muy duras.  
Tan sólo,  
boca abierta del hambre.
4
El mendrugo agrio
—alguna piltrafa nauseabunda, regalo delicioso de los que han comido:
¡en sus despensas el pan fresco sonríe!—
a mordidas se lo reparten.  
Después,
se miran asustados.  
Y corren,  
y caen,  
heridos,  
en la calle.5
La cogimos tú y yo por los cabellos  
y la arrastramos a la tierra.
Los sentidos radiantes del Universo se desgarraron  
entre nuestros dedos,  
y yo exclamé,  
de pronto:
¿conoces esa voz que canta?  
No era la voz de los niños hambrientos;  
no era la voz de las mujeres pálidas;
no era la voz de los hombres enfurecidos por la envidia:
¡Era la voz de la estrella despedazada!
6
Están durmiendo, ahora,  
el niño negro
y el niño blanco.  
La noche,  
con una lámpara encendida,  
quiere ver de qué tamaño son sus sueños;  
si son rojos,  
o si son blancos.  
Les abre los ojos y los golpea en la frente;
y les quema,  
después,
los párpados.  
¡Ninguno se despierta!
El niño negro
y el niño blanco
están dormidos sobre los colores verdes:
¡pétalos
del mendrugo amargo!
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