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Entonces no me dejes despertar

(F. Galaz, 2021)

Después de un tiempo
uno termina volviendo al lugar
en el que todo comenzó,
tratando de sentir las sensaciones
que una vez nos hicieron sentir
seguros y felices.
 
Buscamos rastros de lo
que un día fue y ya no es,
tratando de encontrarnos
también en el intento,
es decir, la parte que dejamos de
nosotros en ese atesorado
instante.
 
Nos culpamos por las decisiones
de las que escapamos,
por el terrible miedo al fracaso,
y nos lamentamos por
aquellas que al tomarlas,
nos llevaron al borde del vacío.
 
Echamos de menos la felicidad
que encontrábamos en la
simplicidad de los pequeños
momentos.
 
Mientras avanza la mi vida,
comenzamos a notar lejanos
esos días en los que el tiempo
parecía a nuestro favor,
y todo lo que queda,
es soñar por las noches en una
vida que no te pertenece.
 
A veces se siente tan real,
que da miedo despertar.
 
Supongo que así es como uno
se llega a sentir ante el
eminente vacío,
ante la vulnerabilidad
de tus sentimientos,
el recurrente dolor en tu pecho
que te exige ir por más aunque
sabes probablemente,
no exista nada después de eso.
 
Y en una plegaria al cielo,
ruegas porque las cosas cambien,
ruegas volver a los viejos recuerdos,
ya desgastados en tu memoria de
tanto echarlos de menos.
 
Y entonces,
en sueños me encuentro en él
momento en que todo inicio y
me doy cuenta qué fue mucho
antes de lo que creía.
 
Si contar las horas para
llegar a soñarte
por las noches está mal,
entonces no me dejes despertar.

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